Para los cargos en su gobierno, Trump valora primero la lealtad
Trump prioriza la lealtad al seleccionar su nuevo equipo para su segundo mandato, eligiendo a figuras polémicas y con poca experiencia para puestos clave
- Por: AP
- 14 Noviembre 2024, 22:30
Durante gran parte de su primer mandato, Donald Trump se sintió dolido y traicionado por aquellos a quienes había puesto en posiciones de poder. Esta vez no correrá riesgos.
Mientras trabaja para llenar los puestos de su gobierno por segunda vez, Trump ha recurrido a una combinación desconcertante de candidatos. Muchos de quienes ha elegido son amigos personales. Otros son rostros conocidos del canal de noticias Fox News u otros medios conservadores. Algunos tienen amplia experiencia en las áreas para las que han sido elegidos, mientras que otros aparentemente no tienen ninguna. Algunos parecen elegidos para sorprender y asombrar, unos más para tranquilizar, otros para desatar el caos.
Conversos recientes a su causa están alineados hombro con hombro con añejos aliados suyos. Los partidarios de una línea dura hacia China podrían servir en posiciones de poder junto a un activista por la paz. Pero sean cuales sean las diferencias en su ideología o la solidez del currículum, estarán allí, sobre todo, para llevar a cabo la voluntad de Trump.
En su primer mandato, Trump se irritaba por los intentos de sus asistentes y asesores por “gestionar” al recién llegado a Washington, y le frustraban las filtraciones que emanaban de facciones rivales enzarzadas en una guerra ideológica y que competían por su atención.
Ahora, dijeron asistentes y aliados, él pone la lealtad por encima de todo con el objetivo de reducir las luchas internas y maximizar su capacidad para remodelar Washington durante su segunda vuelta en la Oficina Oval.
“Cuando fue elegido la primera vez”, Trump “no tenía esa clase de abundante experiencia en (Washington) D.C., ni las relaciones con la gente de Washington”, dijo Marc Lotter, un exasistente que ahora trabaja en el America First Policy Institute, un organismo sin fines de lucro que está estrechamente vinculado a su transición. “Muchas de las personas a quienes recurrió trataban de aprovecharse de eso para convencerlo de su punto de vista, en lugar de cumplir con el punto de vista de él y para lo que fue elegido”.
Ahora, agregó Lotter sobre Trump, “si toma una decisión, quiere que la ejecuten”.
Los presidentes siempre nombran asistentes de confianza y a aquellos que probablemente apoyaran su agenda. Pero los críticos temen que Trump esté construyendo un gobierno diseñado para erradicar cualquier oposición interna significativa a sus políticas e impulsos.
Cargado con agravios, apetito de venganza y una lista de aquellos a quienes tiene en la mira, Trump asumirá el cargo con muchas menos barreras y controles a su poder que la ocasión anterior. Regresará a Washington con un Congreso controlado por los republicanos y una Corte Suprema conservadora —la cual incluye a tres jueces nombrados por él— que dictaminó que es en gran medida inmune a ser enjuiciado.
Trump ha dicho desde hace tiempo que el mayor error de su primer mandato fue elegir a las personas equivocadas. Había llegado a Washington siendo un forastero que nunca había servido en el gobierno y dice que dependió de otros para que le recomendaran personal.
“Hicimos un muy buen trabajo. Pero ahora haremos un trabajo mucho mejor porque ahora conozco a la gente. Conozco a los buenos, a los malos. Conozco a los débiles, a los fuertes. Conozco a los estúpidos. Conozco a los inteligentes. Los conozco a todos”, dijo en un mitin en Carolina del Norte durante la recta final de la contienda.
Trump ha culpado a asesores de obstaculizar sus empeños en su primer mandato, a quienes ha tildado de “tontos” y débiles. El grado al que Trump enfrentó la resistencia de aquellos a quienes él mismo designó fue a menudo un reflejo de la naturaleza extraordinaria de sus órdenes.
Su primer mandato estuvo lleno de ejemplos de asesores que trataron de ser más hábiles que Trump al actuar con lentitud o ignorar directrices que consideraban desacertadas. A veces, intentaron montar campañas de última hora para revertirlas. En otras ocasiones, actuaban con lentitud con la esperanza de que Trump olvidara lo que había ordenado y pasara a otra cosa.
Un ejemplo destacado ocurrió apenas unas semanas antes de dejar el cargo: Trump firmó un documento informal redactado por algunos de sus asesores políticos que ordenaba a todas las fuerzas estadounidenses que salieran de Afganistán inmediatamente, sólo para enfrentarse a una intensa resistencia de su equipo de seguridad nacional. Terminó por revertir el rumbo.
Cuando Trump presionó para enviar efectivos estadounidenses en servicio activo para contener las protestas masivas en 2020 tras el asesinato de George Floyd —un hombre negro desarmado— a manos de la policía de Minneapolis, sus asesores se resistieron, preocupados por el uso ilegal de las fuerzas armadas contra los propios ciudadanos del país.
En 2016, Trump llenó gran parte de su equipo con líderes empresariales de alto nivel, muchos de los cuales habían trabajado en las industrias que les encomendó regular. Entre ellos se encontraban nombres como Rex Tillerson, quien había dirigido al gigante energético ExxonMobil antes de convertirse en secretario de Estado.
Trump también trató de rodearse de un grupo de altos mandos militares a los que le gustaba llamar “mis generales”. Esta vez, el presidente electo ha ido en una dirección muy diferente.
En muchos casos, eso significa que no se requiere experiencia. Lee Zeldin, nominado para administrador de la Agencia de Protección Ambiental, tiene poca experiencia en cuestiones climáticas o regulatorias. Tulsi Gabbard, la excongresista demócrata nominada para dirigir a la comunidad de inteligencia del país, ha sido acogida por los aliados del Kremlin por sus opiniones moderadas sobre la guerra en Ucrania. Y Pete Hegseth, copresentador de un programa de fin de semana en Fox News, que ha sido designado para que sea secretario de Defensa, no tiene experiencia en el Pentágono.
Los asesores dicen que Trump elige a personas que cree que están comprometidas con su agenda de “Estados Unidos primero” y que piensa que pueden ejecutarla mejor, y le complace que sus selecciones controvertidas ya estén sacudiendo a Washington.
“El pueblo estadounidense reeligió al presidente Trump por un margen rotundo, dándole el mandato de implementar las promesas que hizo durante la campaña electoral, y sus selecciones para el gabinete reflejan su prioridad de poner a Estados Unidos primero”, dijo Karoline Leavitt, portavoz del equipo de transición de Trump y del vicepresidente electo, JD Vance.
Algunos de sus anuncios iniciales dejaron entrever un enfoque bastante convencional, incluida su elección del representante estadounidense Michael Waltz, un oficial retirado de la Guardia Nacional del Ejército y veterano de guerra, para que sea su asesor de seguridad nacional.
Pero algunas de las últimas selecciones de Trump no han tenido buena acogida para nada.
Su decisión de nominar al representante de Florida Matt Gaetz para secretario de Justicia provocó conmoción y alarma entre los demócratas, quienes temen que desate represalias contra los oponentes de Trump y proteja a sus aliados para que no sean enjuiciados. Incluso los compañeros republicanos de Gaetz en la Cámara de Representantes, quienes estaban reunidos en el Capitolio cuando se hizo el anuncio, pensaron inicialmente que la noticia era una broma.
Otra selección que sorprendió fue la de Pete Hegseth para dirigir el Departamento de Defensa. Hegseth es un veterano que sirvió en Irak, Afganistán y la Bahía de Guantánamo, y recibió dos estrellas de bronce. Fue director ejecutivo de la organización de veteranos Concerned Veterans for America y ha escrito varios libros sobre el tema. Pero no tiene experiencia en el Pentágono ni en la gestión de una organización que se acerque siquiera al tamaño y la complejidad del Departamento de Defensa.
Dirigir al Pentágono es una tarea monumental y Hegseth parece “totalmente no calificado”, dijo Matthew Waxman, un republicano que fue alto exfuncionario de los departamentos de Estado y de Defensa y del Consejo de Seguridad Nacional, quien preside el National Security Law Program de la Facultad de Derecho de la Universidad de Columbia.
“Respeto a cualquiera que haya servido en uniforme, pero Hegseth no es una persona seria para dirigir al Pentágono”, dijo Waxman. “Miro a Hegseth y digo: Va a ser 100 veces mejor librando guerras culturales que guerras reales si, por desgracia, tenemos que librar una”.
En general, Waxman dijo sobre las selecciones de personal de Trump hasta ahora: “Creo que le está dando prioridad a la lealtad por encima de la gobernanza. Y eso es peligroso para el país. Eso es peligroso para el liderazgo estadounidense en el mundo”.
La elección de Robert F. Kennedy Jr. —un escéptico de las vacunas que se ha comprometido a desmantelar la investigación y la supervisión sanitaria federal— para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos fue el último ejemplo de que Trump le da prioridad a la lealtad sobre la experiencia.
Kennedy era un acérrimo oponente de las mismas vacunas contra el COVID-19 cuya producción Trump impulsó en 2020. Pero le brindó un respaldo clave a Trump y ayudó al republicano a ampliar su atractivo electoral. Si bien incluso los asesores de Trump habían descartado las posibilidades de Kennedy de obtener un puesto en el gabinete debido a algunas de sus opiniones políticas extremas, el presidente electo lo impulsó de todos modos, con lo que demostró que no se someterá a las voces que piden cautela.
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