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Estilo de Vida

Monterrey celebra 60 años de devoción a la Virgen del Roble

La imagen de Nuestra Señora del Roble llegó a estas tierras años antes de la fundación de Diego de Montemayor, realizada el 20 de septiembre de 1596


  • 18
  • Diciembre
    2024

Los festejos por los 60 años desde que la Virgen del Roble es 'la patrona de Monterrey', culminarán este miércoles con una misa en su Basílica que presidirá el Arzobispo Rogelio Cabrera López, afianzando la fe de la guía espiritual de Monterrey.  

La imagen de Nuestra Señora del Roble, Patrona de la Arquidiócesis de Monterrey, llegó a estas tierras años antes de la fundación de Diego de Montemayor, realizada el 20 de septiembre de 1596.  

Fue Fray Andrés de León, misionero franciscano, quien en 1952 la colocó en la oquedad de un árbol que le servía de nicho y la protegía de las inclemencias del tiempo. Aquel árbol estaba en el preciso lugar en el que actualmente se encuentra el monumental templo.  

Cuenta la tradición que cierto día, no mucho tiempo después de la fundación de la ciudad de Monterrey, una pastorcita que cuidaba las cabras del rebaño familiar, mientras estaba en el campo, oyó que desde un árbol la llamaban, se acercó llena de curiosidad y cuál no sería su sorpresa, al encontrar una pequeña imagen de la Virgen María.  

Corrió a decirle a sus padres lo ocurrido: “¡Venid conmigo y veréis una cosa prodigiosa que no sé explicar!”, les dijo, de acuerdo con la antigua narración del acontecimiento. 

Los padres de la niña acudieron presurosos al lugar y, al contemplar la belleza de la imagen, dieron aviso al Señor Cura, quien llamó a todos los feligreses para llevarla en procesión al recinto parroquial. 

A la mañana siguiente, al acudir a Misa se encontraron con el inexplicable hecho de que la Virgen no estaba en dónde la habían colocado. Y al volver al lugar en donde había sido hallada, la encontraron en el mismo hueco del árbol de donde había sido transportada el día anterior. 

De esta manera, la Señora del cielo expresaba su deseo de permanecer en ese sitio y según el relato que ha pasado de generación en generación, el hecho se repitió tres veces.  

El primer lugar de veneración dedicado a la Virgen del Roble, fue una pequeña capilla y no fue hasta 1790 cuando Fray Rafael José Verger, segundo obispo del Nuevo Reino de León, inició la construcción del Templo. Al paso de los siglos, este lugar sigue siendo el hogar de Nuestra Señora del Roble, hasta dónde los regiomontanos acuden a pedir su intercesión o agradecer algún favor recibido. Tal cómo se lee en la frase escrita en latín que se encuentra en el baldaquino del altar mayor “Esto urbis tuae praesidium” (Sé la protectora de tu ciudad).  

Muchos son los prodigios que se narran en torno a la taumaturga imagen, entre ellos el que, tras el derrumbe de la cúpula del Santuario ocurrido en 1905, al remover los escombros, la encontraron intacta, al ser salvada por un trozo de barandal de hierro que detuvo la caída de un enorme bloque de sillar que iba a caerle encima. 

Nuestra Señora del Roble, recibió del Papa Paulo VI la coronación pontificia el 31 de mayo de 1964 y fue proclamada Patrona de la Arquidiócesis de Monterrey. 

Inspirada en la arquitectura de las monumentales Basílicas romanas, el templo ubicado en el cruce de las calles Juárez y 15 de mayo en el centro de Monterrey, fue el primero de nuestra ciudad, en recibir el título de Basílica Menor.  

Como parte de las actividades del novenario, el pasado sábado 14 de diciembre un importante grupo de fieles se reunió en la para rezar el rosario, mientras algunas religiosas le colocaron a la imagen el nuevo vestido que porta con motivo de su fiesta. 

Hoy, miércoles 18 de diciembre en punto de las 19:00 horas, se celebrará la Misa Solemne, que será presidida por Monseñor Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey.   

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La imagen 

Se trata de una pequeña imagen de las llamadas “de vestir”, mide 58 centímetros y está hecha de pasta de caña de maíz, antigua técnica prehispánica, desarrollada principalmente en Michoacán.  

En el rostro resalta la perfección en sus proporciones y la fuerza de su expresión que cuando se le contempla de cerca produce una profunda impresión. Sus labios son delgados y cerrados, su nariz fina, sus ojos proporcionalmente grandes y completamente abiertos.  

Sus manos no están juntas sobre el pecho en actitud orante, sino completamente abiertas, hacia afuera y hacia abajo en actitud del que todo lo da y no se cansa de dar.


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