Las calaveritas de El Horizonte: de alcaldes a gobernadores
Aquí en El Horizonte, te presentamos algunas calaveritas sobre gobernadores y alcaldes, reflejando con humor su papel en la sociedad
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Noviembre
2024
Autor: Eloy Garza
Samuel García
Por fin pescó al gobernador La Muerte
en uno de sus muchos informes regionales.
Pensó Samuel: “Ora sí me llegó la mala suerte.
Harán de mí luto, flores y tamales”.
Pero La Parca se creyó diputada
y juicio político le armó para podérselo llevar.
No entendió La Parca, tan ilusa y atarantada,
que si por juicios políticos fuera, Samuel sería inmortal.
El gober se puso contento
ganando al final a La Flaca y al ‘PRIAN’,
pero si bien sus opositores se vieron lentos
De cualquier partido al panteón todos se irán.
Miguel Treviño
Quiso La Muerte a Miguel Treviño llevarse.
Buscó minuciosa sus datos en la computadora,
trató de encontrar los archivos hasta fastidiarse
y nunca halló ni un dato La Parca rastreadora.
“Lo que pasa es que me llevé la contraseña”,
le presumió Miguel Treviño muy ufano.
“Pues entonces te llevo de las greñas
y tus trucos y mañas serán en vano".
“Lo mismo le hiciste a Mauricio Fernández”,
añadió La Parca muy ofendida.
“Por eso contraté programadores desde antes,
así que tu vida das por perdida”.
Luis Donaldo Colosio
Por ahorrarse dinero o por negligente,
Luis Donaldo no hizo calles sino callecitas.
La Parca se llevó como quiera al penitente
directito al panteón y no de visita.
“No me hagas eso”, clamó Colosio,
“soy senador, luego gober y presidente”.
Pero La Parca, que odia las mentiras y el ocio,
contestó: “te quedarás sin cumplir tus pendientes”.
“De perdido para ser senador dame licencia”,
le rogó el joven promesa ya vetado.
Pero La Flaca no oyó sus insistencias
y en una callecita regia lo están velando.
Lorena de la Garza
“Negocié con La Muerte”, dijo Lorena de la Garza,
“al cabo soy presidenta del Poder Legislativo”.
“Como soy diputada, tengo esperanza
de canjear mi vida por la del Ejecutivo”.
Pero La Parca no sabe de cabildeos
ni arreglos, ni pactos ni negociaciones;
para llevarnos al panteón no hace rodeos,
sólo se fija en las buenas o malas acciones.
Muy tristes quedaron sus compañeros del Congreso.
Cuando se llevó La Parca a Lorena al panteón,
lloraban todos por su no regreso,
sobre todo Chale, Heriberto y hasta Anylú Bendición.
Autor: Emmanuel hernández
Samuel y Mariana
La Catrina en Monterrey decidió aparecer,
a Samuel, Mariana y Mariel quería conocer.
Con sus tacones y su sombrero elegante,
llegó al Palacio, con paso desafiante.
Samuel en su oficina, serio y concentrado,
ni notó a La Huesuda que lo había encontrado.
“¡Ahora sí, compare, no te vas a salvar!
Te llevo al panteón, ¡y ni en Tesla podrás escapar!”.
Mariana en redes la escena grababa,
mientras La Muerte con gusto posaba.
“Catrina, porfas, no te lleves a Samuel,
que sin él, Nuevo León sería un caos cruel”.
La huesuda pensó y aceptó el convenio.
“Me iré sin Samuel, si me pagas”, dijo con ingenio.
“Quiero unos tenis fosfo, de esos que son tendencia,
y así, Mariana, te aseguro que les doy la indulgencia”.
Samuel se salvó, y Mariana le dio los tenis brillantes,
mientras la Catrina reía y seguía adelante.
Pero al marcharse dijo con su vocerrón,
“Nos vemos en un año, aquí andaré, Por Todo Nuevo León”.
Mauricio Fernández
En San Pedro, Mauricio estaba tranquilo,
gobernando el municipio con gran estilo.
La Catrina llegó, con paso calculado,
pero Mauricio se rió cuando la vio llegando.
“¿Qué vienes a hacer, flaca descarada?
Si vencí al cáncer, no me asustas para nada”.
“Si quieres, Calaca, te ofrezco un trato,
déjame gobernar y luego paseamos un rato”.
“Te invito a La Milarca”, le dijo el Tío Mau.
La Muerte entró al museo y puso cara de “wow”,
estaba tan sorprendida que ni se llevó al alcalde.
“Entre tanto arte, ¡mejor aquí me quedo a observarle!”.
“Así que, querido Mau, sigue con tu visión,
que el arte y la vida son tu gran misión”.
Y así quedó La Muerte admirando su andar,
pues aún en San Pedro, ¡hay mucho por crear!”.
Adrián de la Garza
Adrián de la Garza, con fuerza y valor,
recorre las calles, enfrentando el terror.
La Catrina, curiosa, se le acercó un día,
“¿Cómo puedes ser fuerte y con tanta energía?”.
“¡Adrián, buen amigo, ven a platicar,
que en este juego de vida, a todos los he de llevar!
“Eres un gran alcalde, y eso es muy cierto,
pero hoy traigo el encargo de un viaje ya cubierto”.
La Catrina intentó, pero a Adrián no pudo cargar,
“Tus músculos me asustan, ¡no me quiero arriesgar!
Sigue con tu misión de proteger la ciudad,
pero recuerda, Adrián, que algún día te he de llevar”.
El alcalde regio sonriendo, con fuerza contestó:
“Mira, Catrina, si es por mí, ¡no tendrás opción!
Yo en Monterrey resuelvo y aquí no hay temor,
no importa si regresas, ¡yo sigo en mi labor!”.
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