A siete años de su partida, recuerdan al 'Coach Biónico'

Eran las primeras horas del amanecer de aquel domingo 29 de octubre del año 2017, cuando una lamentable noticia estremeció a la comunidad deportiva del fútbol americano, principalmente de la Universidad Autónoma de Nuevo León, particularmente de la Preparatoria N° 2, el coach José Edgardo Sánchez González, mejor conocido como “El Biónico” había fallecido.

Como reguero de pólvora, la noticia corrió entre la sociedad regiomontana, causando consternación entre los amantes del deporte de las tacleadas y de la comunidad deportiva regiomontana en general, debido a la simpatía y del gran liderazgo que durante 35 años fue reconocido el "Coach Biónico”.

“Él siempre fue una persona ganadora, que le gustaba formar deportistas desde sus bases, que llegaban sin saber nada de fútbol americano e infundirles su espíritu guerrero hasta convertirlos en triunfadores, ganadores de campeonatos en la Preparatoria 2 con los Vaqueros, dentro de la Facultad de Ingeniería Civil o los propios Auténticos Tigres Juvenil de la UANL”, recordó el Maestro en Educación Superior Óscar Cortés Torres, quien compartió gran parte de su vida deportiva al lado del “Biónico” desde su época de estudiante, hasta como catedrático.

Cortés Torres, actual Director de la Preparatoria N°2, contó que en su trayectoria como coach, Edgardo cosechó un total de 25 campeonatos con los Vaqueros, 6 títulos con los Castores de la Facultad de Ingeniería Civil, 3 campeonatos con Auténticos Tigres categoría juvenil, así como un gran número de gallardetes con la escuadra de Potros de la colonia Anáhuac de la Liga AFAIM.

Como se recordará José Edgardo Sánchez González, nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, un 25 de noviembre de 1965, y egresó de la Preparatoria 2, en 1983, para posteriormente realizar su educación de nivel superior en la Facultad de Organización Deportiva, en donde se graduó como Licenciado en Ciencias del Ejercicio, y estaba a un paso de alcanzar la Maestría.

Han pasado ya 7 años de su partida, aquella madrugada del 29 de octubre del 2017, y el grito de guerra: “Con ritmo y sabooor”, sigue retumbando en el emparrillado de entrenamiento estudiantil, enclavado en las inmediaciones del Cerro del Obispado y en el propio sintético del Estadio Gaspar Mass de la UANL, donde aquel hombre que superando adversidades físicas, pero con gran visión deportiva, dejó una huella imborrable que aún perdura hasta nuestros días.

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