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Estilo de Vida

¿Tus niños son quisquillosos o comen mal?; ¡son los genes!

Una investigación realizada en Londres, comprobó que existen factores genéticos, que inciden en que los pequeños sean quisquillosos a la hora de comer.


  • 23
  • Septiembre
    2024

Es el origen de interminables batallas domésticas, pero un estudio reciente podría darle la vuelta a la pelea del por qué los niños no comen todo tipo de alimentos. La causa de que algunos pequeños sean quisquillosos con la comida está en sus genes, y no tanto en la educación que reciben.

Esa es la principal conclusión de una investigación realizada con hermanos gemelos y mellizos por expertos de la University College de Londres (UCL), que publica en su última edición el Journal of Child Psychology and Psychiatry.

Para el equipo encabezado por la investigadora Zeynep Nas, “las diferencias individuales en la quisquillosidad con la comida se explican en gran parte por factores genéticos en todas las edades”.

Pese a ello, también reconoce que ese comportamiento obedece también a la influencia ambiental, especialmente en la primera infancia, y, por lo tanto, “podría beneficiarse de intervenciones tempranas a lo largo de la niñez”.

Los autores reconocen que las causas hasta ahora son muy poco conocidas, pese a que supone un importante dolor de cabeza para los cuidadores. Describen la quisquillosidad alimentaria, como la tendencia a comer una gama pequeña de alimentos, debido al rechazo a probar cosas diferentes.

Ese comportamiento puede prolongarse hasta los primeros años de la adolescencia, dicen los investigadores.

¿Qué descubrieron los especialistas?

El estudio comparó los hábitos alimenticios de 2,400 gemelos (idénticos) y mellizos (no idénticos), en diferentes etapas, desde los 16 meses a los 13 años, para tratar de discriminar las causas genéticas o ambientales de esa tendencia.

Los idénticos (que comparten el 100% de material genético), mostraron unos patrones mucho más similares, en cuánto a qué tanto eran de atrevidos o reticentes, a la hora de probar algunos alimentos nuevos, con respecto a los hermanos no idénticos (que comparten en torno a un 50% de material genético).

Los investigadores descubrieron que esa tendencia puede prolongarse hasta la adolescencia, con un pequeño pico a los siete años de edad, y que los factores genéticos cobran mayor importancia a medida que el niño crece.

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(Con información de Agencias)


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