
Exhiben en Nueva York obras de Caspar David Friedrich
Para conmemorar los 250 años del artista ademán, 75 pinturas de su autoría son expuestas en el Museo Metropolitano de Arte
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Febrero
2025
La primera gran retrospectiva en Estados Unidos del pintor emblemático del romanticismo alemán, Caspar David Friedrich, en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, invita a explorar aquellos paisajes que despertaron una explosión intelectual con las emociones a flor de piel.
La exposición, titulada El alma de la naturaleza, homenajea al pintor en el 250 aniversario de su nacimiento e incluye 75 obras, entre ellas sus cuadros más famosos y enigmáticos, Monje frente al mar y Explorador sobre un mar de niebla.
El embajador alemán en Estados Unidos, Andreas Michaelis, destacó al pintor Friedrich como símbolo del movimiento romántico y de la explosión de pensamiento, filosofía, arte y literatura de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Como muchos de sus compatriotas, el pintor enloqueció con la naturaleza en una época turbulenta marcada por las Guerras Napoleónicas, y retrató las escenas de sus paseos con un manejo virtuoso de la perspectiva, la luz, el color y la atmósfera que le permitieron, en conjunto, plasmar también un estado de introspección.
Las obras, ordenadas cronológicamente, evocan temas según la etapa del pintor, como la melancolía y el anhelo; la espiritualidad y la fe; lo familiar y lo desconocido; la soledad y la compañía, o el ciclo de vida humano y las cuatro estaciones.
Por ejemplo, en ‘Monje frente al mar’, traída desde Berlín, la pequeña figura del religioso contempla, al borde de un acantilado, el vacío infinito un mar oscuro bajo una tormenta que ocupa casi todo el lienzo, mientras que en ‘Explorador sobre un mar de niebla’, el aventurero se alza, triunfal, sobre un panorama incierto.
En su última etapa, con su popularidad en declive, el pintor Friedrich abordó la mezcla del peligro y belleza que los románticos llamaban lo sublime y, finalmente, la mortalidad y el más allá, repasó la comisaria, temas que plasmó sobre todo en dibujos en papel y tinta, como el de un buitre sobre una pala clavada en una zanja.
El recorrido termina, no obstante, con otro óleo conocido, Un paseo nocturno, en el que un hombre, quizás el mismo pintor, parece rezar ante un dolmen bajo la luna y el lucero del alba, que aparecen recurrentemente en los cielos de sus obras, la mayoría al atardecer o al amanecer, como emblemas de la vida y la muerte.
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