'Escribir es usar un instrumento óptico': Mónica Lavín

Con la autoridad que le da su condición de bióloga, la novelista mexicana Mónica Lavín asume el acto de escribir como quien analiza por un cristal de aumento seres invisibles.

Hace meses Lavín realizó un ejercicio poco común en la literatura; sacó del cajón su primera novela que publicó hace 27 años, Tonada de un viejo amor, le dio una repasada y se la propuso a la editorial Planeta, que la publicó.

La obra recrea la historia de Cristina, hija de una familia de oligarcas en San Lorenzo, pueblo vinicultor del norte mexicano, quien vive una relación prohibida con Carlos, un hombre mundano, muerto en un accidente tiempo después.

Contar que el personaje muere no es ‘spoilear’ la novela porque Lavín lo deja claro en la primera página, en la que advierte sobre la melancolía de los entierros.

Como una tenista derecha que prueba a pegarle a la pelota con la zurda y comprueba que puede colocar buenos golpes de revés, Mónica, se arriesgó hace 25 años a escribir una novela y el resultado fue un libro bien escrito, que se puede leer de corrido.

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